jueves, 16 de julio de 2009

CUANDO RACING DERROTÓ A EVITA (II)

Cuando Racing derrotó a Evita (II)
JUAN BAENZA
15 de febrero de 2007

El escenario de la finalísima fue el Viejo Gasómetro, el que fuera mítico campo de San Lorenzo. Durante esos días se escucharon y dijeron muchas cosas ajenas al balón. La pura realidad es que Evita, ardua defensora de la clase trabajadora, no tardó en alinearse con Banfield, la escuadra menor. Era una forma más de ganarse a ese pueblo que cada día le apreciaba más.
Sin embargo, el paso de los años ha dado a Perón como racinguista y a pesar de que algunos historiadores como Felipe Pigna juran y perjuran que el presidente era de Boca, la mayoría de los entendidos de la época coinciden en que el líder justicialista sólo alardeaba de Boca por simpatizar con las clases populares.
Ya se sabe que a los presidentes no les gusta perder y, en cualquier caso, lo indudable es que su ministro de Economía era un incondicional albiceleste dispuesto a hacer lo que fuera por ganar esa final. El duelo en las altas esferas políticas estaba servido.
El resultado del envite fue de empate a cero y se fijó otra final para cuatro días más tarde, en el mismo escenario, con muchísima expectación y con el run run en la calle del enfrentamiento entre el jefe del estado y su esposa. Para colmo, ese decisivo partido iba a ser el primero que se televisara en Argentina. A partir de ahí, cada uno cuenta su historia, aunque realmente hay cosas que no se pueden obviar, varios hechos reconocidos por los jugadores de ambos conjuntos.
Un par de días antes del partido Cereijo comió con la plantilla de Racing en el restaurante El Sotorrino. Allí les dijo, como el que no quiere la cosa, que Evita quería que ganara Banfield.
Lo sabían, claro está, pues la mujer del presidente le había ofrecido un coche a cada futbolista, además de una importante suma de dinero, por dejarse perder. También es algo sabido y consabido que en la previa del encuentro Ramón Apolo, secretario de Prensa del Gobierno, se reunió con los jugadores del Taladro en el bar La Guillermina, en el mismo barrio de Banfield, enviado por la mujer del presidente. Lo que les dijo es un misterio. El último episodio que se produce antes del choque, según la mayoría de los estudiosos de este apasionante relato, son las instrucciones que le dieron a Valentín Suárez, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, AFA, Perón y Evita. Ambos le ordenaron que volcara la suerte del choque a favor de Racing y Banfield respectivamente. ¿Qué pasaría?
El partido generó una expectación inusitada hasta entonces. El Viejo Gasómetro estaba copado por mayoría de racinguistas. Sólo en el fondo que daba a la calle La Plata había hinchas de Banfield. Eso sí, no les faltaba el apoyo. Pancartas de Boca, River, Independiente, Lanus y de todos los equipos del momento lucían en su zona. Toda Argentina iba contra la Academia, algo que jamás había ocurrido, porque jamás un equipo pequeño podía aspirar a ser campeón. Además, sobre todo, era una lucha política, un pulso de poder a poder entre el catalogado equipo del gobierno y Eva Perón y su gente. De hecho, lo que se cantaba desde la zona de Banfield no deja lugar a dudas de la situación del fútbol de la época: “Tenemos jugadores, tenemos corazón, nos falta un ministerio para ser campeón”. Mañana, el desenlace.