miércoles, 18 de noviembre de 2009

LA TECLA - LA COOPERATIVA DE LA SEXTA FpV

Agregar caudal e impedir escapes
Con la reelección como objetivo político en el mediano plazo, Daniel Scioli enfrenta verdaderos desafíos en los dos próximos años de gobierno. Los retos van más allá de la gestión, pero no son escindibles de ella. Alineado incondicionalmente a Néstor Kirchner, debe procurar remontar en imagen y volver a ser una figura convocante más allá del espacio en el cual reviste.Sin mayoría en la Legislatura, con exigencias de distintos sectores del vasto peronismo, y con algunos dirigentes dispuestos a acompañar al gobierno provincial pero alejados del mando patagónico, evitar las fugas aparece como una meta de cortísimo plazo. Los más optimistas en la administración provincial señalan que “no sólo no hay bajas, sino que se va a ampliar el espacio con los descontentos del peronismo disidente”. ¿Convicción o deseo? En último caso, una necesidad para transitar la gobernabilidad sin sobresaltos y sin depender demasiado de apoyos extrapartidarios en el espectro legislativo.
Noviembre y diciembre son meses clave en las negociaciones políticas, no sólo por la renovación de las Cámaras y el consiguiente reparto de cargos parlamentarios. Se abren, al margen, varios espacios en directorios, y está siempre latente un lavado de cara del gabinete.
Quienes tienen algún capital político lo hacen pesar en la búsqueda de quedarse con algunos de esos lugares. Es época de poroteos, reuniones, conversaciones y hasta amenazas de pegar el portazo si no se “contiene” como es pretendido por los distintos núcleos. Además -y en el presente es un dato relevante-, aparecen las pujas internas distritales y seccionales, donde unos y otros se ningunean. En este escenario, y con un Kirchner que desde el látigo (léase caja y falta de contrapunto tanto peronista como opositor) intenta redisciplinar a la tropa, la tarea de los hombres a cargo de la costura política en el gabinete provincial se presenta ardua. Como se dijo, no sólo deben evitar posibles fugas, sino, además, sumar caudal político para la gobernabilidad y para la campaña reeleccionista.
Reuniones.
Multiplicidad de reuniones, llamados, convocatorias, citas pedidas. Todo confluye, en semanas movidas, con una interesante e inquieta rosca subterránea. En la mayoría de los encuentros el principal protagonista por parte del Ejecutivo es el jefe de Gabinete, Alberto Pérez. Hay otros actores de relevancia en la búsqueda de esos consensos, como el vicegobernador y presidente del PJ, Alberto Balestrini; el ministro de Gobierno, Eduardo Camaño (en contacto permanente con los intendentes); y viejos conocedores de la política bonaerense, como Isidoro Laso, quien mantiene un constante ida y vuelta con los sin tierra y un sector del peronismo ortodoxo. La Tecla accedió a algunos pormenores de uno de esos cónclaves, que vale como ejemplo de una multiplicidad de reuniones llevadas a cabo desde hace un mes y que se intensificarán durante noviembre. Hubo encuentros con masa crítica de otras secciones, pero los planteos de los invitados de la Sexta parecen resumir el núcleo de pedidos hacia un gobierno dispuesto a escuchar, aunque con un margen obviamente limitado para cumplir con todos.
Frente a Balestrini, Pérez, Laso, Baldomero Alvarez, Federico Scarabino y Martín Cosentino se sentaron los integrantes de lo que se llamó “la cooperativa de la Sexta”, con el agregado de algunos muchachos nuevos. Se vinieron desde el sur Dámaso Larraburu, Carlos Mosse, Hugo Corvatta, Carlos Astorga y Haroldo Lebed, más Hugo Bilbao, Pablo Garate, Iván Budassi y Miguel Aolita (presidente del bloque de concejales de Coronel Rosales).
Entre los presentes había hombres con mayor y menor alineamiento a Kirchner; sin embargo juegan juntos a la hora de hacerse valer como constructores de política, diferenciándose del grupo de Florencio Randazzo, encarnado entre otros por Alejandro Dichiara, Ricardo Curetti, Alfredo Fisher y Marcelo Feliú.“Fue una reunión para presentar el espacio político que integramos, y dejamos en claro que si hay internas, los trituramos”, comenta uno de los asistentes. Si bien desde la otra fracción dicen lo mismo, está claro que la presión hacia el gobierno provincial se hace con poroteo incluido. “En la Sexta existe algo más que el randazzismo, y se equivocan sustantivamente en estar sólo con ellos; además, no se ve un espacio de contención, nos gustaría que nos tengan por lo menos la misma consideración”, se queja el interlocutor. Y adviertió: “Nosotros somos un grupo de acción política, de pertenencias y relaciones que no nos van a romper, pese a que pueda haber diferentes matices en cuanto a ser más o menos kirchneristas”.
Alrededor de una mesa bien servida, los representantes del gobierno atendieron diversos requerimientos, con el compromiso de contener y de seguir las conversaciones. Los muchachos de la Sexta no se guardaron nada, y prepararían otra batería para un segundo encuentro. Por lo pronto, quieren garantías de un lugar para Pablo Garate, a quien se le vence el mandato en Diputados; más cargos relevantes para el sector y la continuidad de Larraburu como director del Banco Provincia. “Si algunas de estas cosas no se dan, y el el Flaco no sigue en el Banco, estamos afuera”, dicen. También aguijonean con comentarios como “nos llaman de todos lados”.
En el espacio randazzista del sur provincial algunos se molestaron bastante con el encuentro que pretendió ser secreto. No obstante, alguien que adhiere al sector reflexiona: “Nosotros siempre jugamos incondicionalmente, pero sabemos que Scioli debe juntarse con todos; hay una necesidad de que no se escape nadie porque se vienen tiempos duros”. Acto seguido aporta otro poco de pimienta al tema. “Hay más necesidad de reunirte con los que crees que te pueden dejar a medio del camino que con los que son leales”.
Celos al margen, la situación de la Sexta se replica en otras secciones electorales de la Provincia, debido a los diferentes intereses y posiciones en los cuales se mueven las diversas facciones con raíz peronista.
Pedidos por el gabinete
De puestos en el gabinete provincial se habla demasiado fuera del gobierno. Muchos creen que llegó la hora de abrir la mesa y seguir con un recambio aparentemente comenzado con la llegada de Cacho Alvarez pero contenido después. En rigor, Scioli nunca realizó hasta ahora movidas colectivas, y en la medida que pudo mantuvo a su gente; Alvarez y Ariel Franetovich, fueron sólo excepciones. ¿Llegó el momento de hacer una modificación fuerte?Cerrar con todos y contentar a cada uno es una tarea por demás ardua y casi imposible. De cualquier forma, hay algunas cuestiones a atender por parte del Ejecutivo si no desean frentes de tormentas inesperados. Por caso, desde la conducción de la Federación Argentina de Municipios (FAM) insisten en que los intendentes del Conurbano merecen más espacio cerca del Gobernador. Alguien más del palo que Cacho Alvarez. Desde el interior también se escuchan reclamos de “un gabinete con mayor juego político”.
Lejos de Kirchner, pero con un reciente encuentro en Tigre con el Gobernador y conversaciones animadas con el secretario general de la Gobernación, José Scioli, Sergio Massa surge como un dirigente del que no convendría alejarse. El intendente se junta con un vasto sector de masa crítica, que va desde Emilio Monzó hasta seguidores del ministro de Agricultura y Ganadería, Julián Domínguez (quien por razones obvias aparece distanciado del sector), pasando por Santiago Montoya y Cristian Breitenstein, entre otros. “Esto demuestra que el alineamiento con Kirchner no nos condiciona para entablar diálogo con todos”, dice un ultrasciolista.
No todos los hombres cercanos al Gobernador comparten el alineamiento extremo a las decisiones K. Hay aún recomendaciones de una menor “obsecuencia al pingüino”, porque “debe haber en el medio una brecha que se puede transitar sin tener que romper y sin que él te ponga permanentemente la espada de Damocles con los recursos”. Claramente, esta postura ha perdido terreno ante la decisión de “ir con Kirchner hasta las últimas consecuencias”.
La innegable pertenencia hecha culto por el Gobernador es, sin duda, consecuencia no solamente de una decisión política, sino de una necesidad económica constante. Sin asistencia de Nación, Buenos Aires es inviable, y Scioli ya sintió ese rigor en carne propia. No quiere separarse de Kirchner, pero si quisiera hacerlo, también el margen sería muy limitado. Lo acontecido en los dos meses posteriores a la elección lo demuestran.Esto conlleva una dificultad para cerrar acuerdos con espacios alejados del kirchnrismo. Cuando dejó Agrarios, Emilio Monzó dijo: “Me echó Kirchner”, y pocos días después ayudó al sciolismo a dar quórum para votar la ley Impositiva. Luego se fue de la bancada del FpV y hoy arma su propio sector, que podría llegar a jugar con el felipismo. Es un tercer actor de armado en la Cuarta sección y constructor de un espacio que el oficialismo provincial no quiere perder. La Legislatura es la caja de resonancia política, y el lugar donde Scioli necesita que su propia habilidad para no pelearse y el trabajo de sus operadores brinden como fruto consensos sólidos. Lo exige la falta de mayoría propia. En ese sentido, desde la Gobernación no sólo trabajan con los peronistas, sino con sectores de la oposición. Hasta ahora, el radicalismo orgánico aparece como un buen garante para conservar las autoridades de Cámara y no perder comisiones clave.En el seno del peronismo son muchas las variables. Hay una apuesta aún fuerte en cooptar peronistas disidentes por el desencanto que les produciría una factible ruptura de Unión-Pro y la falta de horizonte de cara al 2011, mientras Kirchner parece reconstruirse con mayor velocidad que la esperada.¿Darío Duretti seguirá leal a calle 6 luego de salir del Ejecutivo? ¿Los representantes de movimientos sociales, qué rol jugarán si todo pasa por el PJ? Son incógnitas a resolver, mientras en la propia Cámara de Diputados se llevan adelante febriles reuniones como para acomodar los tantos de tal manera que las posibles deserciones se puedan evitar. Mientras tanto, en la Casa de Gobierno minimizan cualquier peligro de perder aliados. “Las fugas no las tenemos nosotros, las tiene la oposición”, sentencian.